“Muerto el perro se acabó la rabia”. Esto debieron pensar el Ministro Soria y los hermanos Nadal cuando pararon las renovables, redujeron retroactivamente su retribución y subieron los peajes. Pero cuando en esta ola de frío de enero de 2017 se dispara el precio de la energía y la electricidad, ¿a quién echamos la culpa?
El resultado a la vista está. Si las renovables bajan el precio mayorista y el gas y el carbón lo elevan lo sensato hubiera sido hacer más renovables, sobre todo solar distribuida. Por el contrario, se han frenado, penalizado y descalificado a las renovables y se ha hecho una regulación para impulsar los hidrocarburos, principalmente el gas natural.
El resultado a la vista está. Si las renovables bajan el precio mayorista y el gas y el carbón lo elevan lo sensato hubiera sido hacer más renovables, sobre todo solar distribuida. Por el contrario, se han frenado, penalizado y descalificado a las renovables y se ha hecho una regulación para impulsar los hidrocarburos, principalmente el gas natural.
La solución pasa por más renovables distribuidas y más eficiencia energética. Sin embargo, la reforma energética se ha pensado para un mix dependiente del exterior, obsoleto, caro y contaminante que solo se mantiene por su opacidad y falta de competencia.
¿Por qué? La mayor parte del sector energético, incluidas las redes de petróleo, gas y electricidad, son propiedad de fondos de inversión extranjeros, principalmente árabes. Este hecho explica la lluvia de dividendos con que el sector energético ha recibido en 2017, con rentabilidades superiores al 5% y 6,5%. Porque el inversor extranjero antepone su dividendo a los intereses del país que ha perdido definitivamente su soberanía energética.
Agárrense porque esto no ha terminado. Aún habrá quien diga que todo lo que sube baja.