Con el paso de los años, dicho esto con toda la ironía, podemos sacar las siguientes conclusiones:
- Que la moratoria renovable del RDL 1/2012, recién llegado el señor Mariano Rajoy a la presidencia del Gobierno, no ha servido para abaratar ni los costes del que precisa encaje de bolillos para no generar déficit tarifario, ni el precio del mercado mayorista que si fue anormalmente bajo en 2016 se debió a circunstancias completamente ajenas a su control.
- Que la reforma de la Ley del Sector Eléctrico y la modificación radical del marco retributivo de las energías renovables han sembrado la inseguridad jurídica en el Reino de España y que, si el CIADI falla a favor de los demandantes en los arbitrajes internacionales que dirimen sobre los perjuicios causados a los inversores internacionales, nos enfrentaremos a un problema económico y de reputación similar al de las cláusulas suelo de las hipotecas.
- Que es el gas y no las renovables el que está encareciendo el precio de la electricidad en España. No es descabellado pensar que, junto a las circunstancias que explican los altos precios de estas semanas, se estén produciendo movimientos especulativos que empeoran la situación, aunque, en esta última parte no podemos más que lamentarnos, porque especulación, volatilidad y mercados son conceptos asociados para lo bueno y para lo malo.
- Que debemos tener por seguro que, si eliminásemos la aportación a la demanda de las renovables, veríamos precios en el Pool todavía más caros.
- Que, en un entorno de regulación europeo, los anuncios del Gobierno para controlar el precio de la energía son brindis al sol. En los costes regulados está el verdadero potencial de ahorro del Sistema para ayudar a competir a nuestras empresas y para no seguir castigando el bolsillo de los consumidores.
Naturalmente me inclino por una mayor potencia instalada renovable que nos permita una menor dependencia de combustibles como el gas, que no tenemos, y que junto al incremento de las interconexiones son los ingredientes para un sistema eléctrico fiable y sostenible económica y medioambientalmente hablando, porque toda la generación térmica requerida en esta situación supone un doble perjuicio para nuestros bolsillos; de forma directa en el precio de la energía y de forma indirecta en la balanza comercial, en el mercado de CO2 y en nuestra salud.