La defenestración del consejero delegado de Danone por parte de los accionistas de la compañía de alimentación refuerza las dudas sobre el supuesto compromiso medioambiental, con los empleados y la sociedad de las grandes compañías, que tuvo su reflejo en la declaración de la Business Roundtable.
La declaración de la Business Roundtable provocó una retahíla de titulares que iban desde 'Revolución en los consejos de administración' a 'La reinvención del capitalismo'. Alan Murray, presidente de una de las biblias del capitalismo, la revista Fortune, recogió entusiasmado la propuesta como una fórmula para renovar la pésima visión que tenía la sociedad sobre las multinacionales y defendió que a largo plazo sería beneficioso para todos. Rápidamente, el sistema acogió la buena nueva con fuerza y las siglas ESG (Environmental, Social and Corporate Governance: medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) se adoptaron en el mundo empresarial como el nuevo mantra a seguir en la toma de decisiones de la gestión de las compañías.
Danone obtuvo un beneficio neto de 1.956 millones de euros en 2020, con un ligero aumento del 1,4% respecto al ejercicio anterior. ¿No son suficientes 1.956 millones de beneficios suficientes para felicitar a Faber cuando ese año hizo la mayor inversión en la historia del grupo para reducir el uso de plásticos? Para los fondos de inversión Bluebell Capital y Artisan Partners no solo no ha sido suficiente sino que fue el detonante para organizar una revuelta accionarial que ha acabado con el despido del directivo.
El argumento de estos accionistas es que el rendimiento de la compañía está por detrás de un competidor directo como Nestle, que también están dando pasos para mejorar su huella medioambiental.