La Agencia Internacional de las Energías Renovables ha publicado este verano un informe -Renewable Power Generation Costs in 2021- que revela que todas las tecnologías renovables -fotovoltaica, termosolar, eólica marina, eólica terrestre- han abaratado en los últimos diez años de manera drástica sus costes de generación. Eso sí, la tecnología que más ha logrado reducir ese coste –lo ha abaratado en 88%– es la solar fotovoltaica.
Según el informe Renewable Power Generation Costs in 2021 (costes de la generación de electricidad renovable), que acaba de publicar la International Renewable Energy Agency (Irena), el coste de producir un megavatio hora de energía eléctrica en un parque solar fotovoltaico ha caído en 2021 trece puntos (-13%), el coste de producirlo en un parque eólico marino ha caído otros trece y el coste de generar electricidad eólica terrestre, respecto de los costes que se registraban un año antes, en 2020, ha caído quince puntos (-15%).
Según el informe de Irena, prácticamente dos tercios de la nueva potencia renovable instalada en 2021 (o sea, 163.000 de los 257.000 megavatios instalados el año pasado) han generado electricidad a un precio menor (han servido electricidad más económica) que la que ha sido capaz de generar la alternativa fósil más barata (central térmica de carbón) en países del G20 (lower costs than the world’s cheapest coal-fired option in the G20). Irena estima además que, con los actuales precios de los combustibles fósiles, la potencia renovable conectada en 2021 ahorrará (en costes de generación a escala global) unos 55.000 millones de dólares en 2022.
Más aún: según la Agencia Internacional de las Energías Renovables el caso europeo muestra que tanto los costes del propio combustible (el gas natural) como los del CO2 podrían ser en el caso de las centrales de gas actualmente existentes entre cuatro y seis veces más elevados en 2022 que los costes durante la vida útil de la nueva potencia solar y eólica terrestre instalada en 2021. Entre enero y mayo de 2022, la generación de electricidad solar y eólica –estima Irena– puede haber ahorrado a Europa importaciones de combustibles fósiles, sobre todo de gas, por valor de no menos de 50.000 millones de dólares.