El autoconsumo se ha convertido en una víctima silenciosa del entorno de precios negativos en el mercado mayorista de la electricidad o ‘pool’, un fenómeno explicado por la elevada oferta renovable y el retroceso de la demanda, que lejos de cronificarse, apunta a ser coyuntural.
En ello coinciden los especialistas consultados por EFE, como el analista de mercados energéticos de Grupo ASE Juan Antonio Martínez, que lo ve como una situación “puntual” que, a corto plazo, beneficia a los consumidores con un contrato indexado al ‘pool’, entre ellos, los domésticos con la tarifa regulada o PVPC.
La otra cara de la moneda es el autoconsumo, que al estar vinculado al precio de mercado no estaría recibiendo ingresos por sus excedentes, advierte el director de Transición Ecológica de beBartlet, Alejandro Labanda.
Un contratiempo para una actividad “que se ha constipado un poquillo”, dice Labanda en alusión al último ejercicio, cuando estas instalaciones cayeron un 32% después del récord cosechado en 2022 por los altos precios de la energía fruto de la invasión rusa de Ucrania y las ayudas de los Fondos de Recuperación tras la pandemia.
Los expertos confían en que el contexto se vaya normalizando con la llegada del verano, cuando la producción fotovoltaica será elevada, pero ya no estará acompañada de una aportación eólica e hidráulica tan elevada como la del inicio de la primavera.
Un desenlace al que contribuirá, asimismo, el ya tradicional repunte de la demanda eléctrica, consecuencia del uso de aparatos de refrigeración para combatir las altas temperaturas.