China ante su nueva oportunidad. El gigante asiático se está moviendo para liderar la transición de las aerolíneas a combustibles de aviación sostenibles (SAF), publica esta semana Bloomberg.
Los SAF son combustibles para la aviación que se producen a partir de fuentes más sostenibles, como el aceite de cocina usado, la grasa animal, los residuos agrícolas y otros materiales orgánicos que reducen a la larga las emisiones de gases de efecto invernadero de los combustibles fósiles.
¿Por qué China? Porque tiene la materia prima y abundante energía renovable con la que acelerar el desarrollo de los SAF. Y está haciendo inversiones y movimientos regulatorios para tratar de transformar la aviación como ya ha hecho con la energía solar y los coches eléctricos.
Por qué no han despegado los SAF. La producción de SAF es cara y no puede —ni debe— competir con la producción de alimentos, lo que favorece la escasez de materia prima. Tampoco está recibiendo un apoyo político contundente, lo que frena su desarrollo con respecto a las energías renovables.
Un fracaso sonado es el de Fulcrum BioEnergy, la startup estadounidense dedicada a los biocombustibles de aviación que, aun con el apoyo de BP y aerolíneas como Cathay Pacific y United Airlines, no ha logrado despegar.
Todos los ojos puestos en China. A pesar de las dificultades, Cathay, la aerolínea bandera de Hong Kong, mantiene el objetivo de que los SAF representen el 10% de su consumo de combustible en 2030, y su CEO, Ronald Lam, cree que será posible gracias a China.