Ese es el título del último informe que ha alumbrado el Observatorio Crítico de la Energía, ese laboratorio de ideas que fue fundado por un grupo de jóvenes ingenieros y científicos a principios de 2007 y que no cesa de producir desde entonces informes centrados en el mundo de la energía. El último, este, sobre el autoconsumo. En él aborda tres experiencias muy concretas: Alemania, California y Chipre. Aquí nos vamos a centrar en el caso alemán, que es especialmente relevante, para empezar, por su climatología, sin duda -de entre las tres- la más alejada de la española.
Efectivamente, en Alemania, la radiación solar oferta números que están muy lejos de los registrados en España. Sin embargo, una política sólida de apoyo al sector fotovoltaico durante el último cuarto de siglo -política estable y duradera- ha dado como resultado un parque fotovoltaico nacional sin parangón en toda Europa.
No hay por supuesto impuesto al sol y sí retribuyen sin embargo los excedentes. El pago está garantizado durante 20 años.
EEG Umlage. Este impuesto, que se incluye en la factura de electricidad de todos los consumidores alemanes, está destinado a financiar la transición energética. Por un lado, las instalaciones de autoconsumo con potencia inferior a 10 kW están exentas de este gravamen.
Según explica el OCE en su informe, "la participación ciudadana es a menudo señalada como uno de los principales factores que han permitido el éxito de la transición energética en Alemania". Y, ciertamente, de toda la potencia renovable que había instalada en Alemania en 2012, el 47% estaba en manos de ciudadanos y cooperativas "permitiendo -señalan desde el Observatorio- la evolución desde un sistema marcadamente oligopólico hacia otro más democrático".
Según el Observatorio, entre los aspectos principales que han permitido el desarrollo de instalaciones renovables propiedad de ciudadanos, granjeros y cooperativas de consumidores se encuentra la existencia de unas condiciones de retribución de la energía generada "sencillas y estables".