Como un “déjà vu”. Así se podría resumir la jornada “Hidrógeno Renovable: Una Oportunidad para España” que el presidente de Gobierno, acompañado de cuatro ministros, abrió el pasado 19 de noviembre.
La historia se repite y cuesta distinguir los planes del Gobierno del marketing reputacional desplegado por las corporaciones energéticas para presentar sus multimillonarias inversiones de hidrógeno verde compitiendo por los fondos del Next Generation UE; pero con tal falta de análisis de costes y beneficios que ni la bolsa ha reaccionado.
El hidrógeno verde, producido con renovables, tiene futuro, pero no a corto plazo y eso no es coherente con la euforia de las energéticas ni con la expectación mediática.
El Bank of América ha advertido que para que el hidrógeno verde sea competitivo aún deberá reducir sus costes un 85% y Wood Mackenzie aleja esa posibilidad hasta después de 2030. Esa inmadurez es la que lleva a la Estrategia Europea de Hidrógeno a prever inversiones de 18.000 millones de euros en hidrógeno azul, producido con gas fósil, porque el hidrógeno verde aún tiene costes más altos de los asumibles. IHS Markit propone desarrollar en paralelo el hidrógeno azul y verde porque éste no será competitivo hasta después de 2030. El sector gasista, amenazado de muerte por las baterías de almacenamiento, ha confirmado que el hidrógeno azul seguirá siendo calve porque el hidrógeno verde aún es demasiado caro y las petroleras han propuesto introducir el concepto de “hidrógeno de baja huella de carbono” para incluir el producido con gas fósil.