La invasión de Ucrania ha iniciado un cambio geopolítico global que nadie sabe cómo terminará. En una reciente entrevista, el presidente de JP Morgan, Jamie Dimon, ha rescatado el discurso contra la transición energética y la neutralidad climática. Para el primer banquero del mundo no hay alternativa a las renovables, “pero…la mejor transición es remplazar el carbón por el gas”. En España se reiteran estos días los bulos contra la eólica y seguirán contra la fotovoltaica. Es necesario combatir este retroceso de la transición energética basado en las mentiras de los monopolios energéticos y sus medios que convierten lo más barato en lo más caro y viceversa.
La dependencia energética de Europa ha alimentado la ambición de Putin. Eliminar la dependencia de los combustibles fósiles debería ser la primera política energética; por el contrario, Europa ha entendido esta crisis como una crisis de suministro y estamos cayendo en otra trampa cruel para el consumidor, como es la dependencia de EEUU. Esta crisis energética hay que entenderla como una crisis de modelo energético y aspectos como la dependencia, la eficiencia, el cambio tecnológico y el papel del consumidor activo son los que hay que abordar para enfrentarse a las amenazas de la inflación y no si el gas lo importamos de otros países. De lo contrario, la energía fósil seguirá siendo el combustible de más guerras.
La política y la economía de Europa deben salir de la insignificancia global con una nueva regulación energética y tecnológica y una visión más coherente de los compromisos climáticos para recuperar el liderazgo perdido.