EDF reveló esta semana el último retraso para Hinkley, que podría no abrir hasta 2031, mucho más allá de su calendario original de una década. Sus costos han ascendido a £35 mil millones a precios de 2015, casi el doble del pronóstico original de £18 mil millones en 2016. Con el dinero actual, la primera nueva planta nuclear de Gran Bretaña en 30 años podría costar £46 mil millones. La espiral de costes se atribuyó a la inflación, al Covid y al Brexit.
“En el momento en que se acordó, ya se sabía que las estimaciones de EDF subestimaban el coste y el calendario del proyecto. Los tomadores de decisiones clave optaron por ignorar esto porque era demasiado importante desde el punto de vista estratégico. Como dirían ellos, si un proyecto no puede ser rentable al menos debe ser estratégico”, afirmó Huet.
Según se informa, el gobierno francés está pidiendo al gobierno del Reino Unido que proporcione ayuda financiera tanto para Hinkley como para la próxima planta planificada, Sizewell en Suffolk, para mantener a flote la reactivación nuclear. El gobierno del Reino Unido se ha apresurado a anular cualquier sugerencia de que las consecuencias financieras de Hinkley recaerán en los contribuyentes del Reino Unido. Un portavoz dijo que el gobierno “no desempeña ningún papel en la financiación o el funcionamiento de Hinkley Point C”, que era un asunto de EDF y sus accionistas.
Huet ha pronosticado que EDF podría incluso intentar renegociar su contrato con el gobierno. Estima que podría tratar de aumentar el costo por megavatio hora de electricidad producida en aproximadamente un 15% para hacer de Hinkley una empresa que valga la pena.