Apenas le escuchamos llegar con el coche. Ya nos avisó de que le íbamos a reconocer de inmediato. Jesús apareció en la parada del metro de Albolote para recogernos en su BMW i3, su coche cien por cien eléctrico.
“Tiene una autonomía de 300 kilómetros, pero tiene un motorcillo de emergencia por si no encuentras un punto de carga, aunque ya te digo que hay por todos lados”, nos explica mientras conduce camino a su casa, ubicada en el término municipal de Albolote. Su hogar no es como los que solemos ver, y no solo por la estructura, hecha a su gusto, sino porque su tejado guarda una fórmula que le está haciendo ahorrar más de 300 euros al mes.
Entramos al garaje, y Jesús deja enchufado el coche a la red eléctrica. En una habitación contigua en la planta baja se encuentra el engranaje de su casa: varias ‘pilas’ gigantes ocupan buena parte de esta habitación. Son las baterías de acumulación eléctrica, de las que emana toda la electricidad que nutre a esta casa de tres plantas, dotada con electrodomésticos de grandes dimensiones, calefacción, jacuzzi y una piscina que, por cierto, pese a ser marzo, tiene el agua impoluta. “La mantengo durante todo el año. Como no me cuesta un euro tener la depuradora todo el día encendida…”, nos cuenta mientras subimos a la azotea de su casa. Allí, desde hace dos años, tiene a unas inquilinas especiales: unas placas solares.
“Con esta casa tan grande, antes pagábamos de luz más de 200 euros al mes. También tenía una furgoneta que chupaba otros 200 euros de gasolina porque viajo bastante. Total que, al mes, entre coche y luz, se me iban 500 euros. Ahora solo pago 80 euros al mes y, dentro de 14 años que finalizaremos de pagar el préstamo que pedí al banco para la instalación de las placas, no pagaré un duro por la luz en mi casa”