Cuando Donald Trump recorría Estados Unidos en busca del voto para el partido republicano, sus asesores se sacaron de la chistera el lema de America First, ese que lo llevó hasta la Casa Blanca. Anteponer los intereses de los norteamericanos a los de cualquier otro país, en este caso a los de China y Rusia. Europa, más o menos estaba controlada.
Llegó el mensaje a los norteamericanos. Y sobre todo a los cientos de miles de personas que trabajan en el sector de los combustibles fósiles. Trump se apoyó en ellos y estos lo alzaron. Y claro el resultado no se hizo esperar. EEUU se puso a producir petróleo y gas de esquisto como si no hubiera un mañana. Hizo regresar a su país a lo más alto en el sector del Oil & Gas.
Hasta aquí todo bien. Pero claro, la crisis del coronavirus ha derrumbado toda la teoría del America First. China ha dejado de consumir. El mundo entero se ha paralizado. La demanda de petróleo y sus productos derivados ha caído bruscamente. Aun así se decide mantener la producción en al menos unos 10 millones de barriles tras conseguir un acuerdo récord de recorte de producción que alcanzaría los 20 millones de barriles diarios. Se produce, pero no se vende. ¿Qué haces con todo ese petróleo y gas que se extrae? Pues muy fácil. Almacenarlo.
Y claro, ahora esa industria petrolera estadounidense que elevó a Trump a lo más grande y que se colocó de manera vertiginosa a dirigir los continuos vaivenes del mercado petrolero, está en quiebra total. Ha entrado en colapso. Trump necesita un plan b para salvar a sus amigos de la industria del petróleo. ¿Cómo lo hará? Todavía no se sabe, pero ya deben estar barajando en la Casa Blanca cómo afrontar este duro golpe inesperado. Trump ya ha pasado a la historia por ser el presidente de EEUU que llevó a su petróleo a precios negativos. Y eso, debe doler, aunque seas el mismísimo Trump. El orgullo norteamericano está herido.
Bien. Toca arrebato. Lanzar la Operación Salvar al Soldado Petróleo. ¿En forma de rescate? No se sabe, pero hay que hacerlo. Imprimiendo billetes, regalando barriles, o como sea. Cualquier cosa para que la quiebra no alcance a toda la industria. De esta crisis no se van a salvar muchos de los pequeños productores de petróleo de esquisto.
No sé si es la primera vez que EEUU se ha mostrado tan débil ante el resto del mundo. Al menos en la era Trump parece que es así. La crisis sanitaria está lejos de estar controlada y la económica comienza a tener visos muy complicados.
Probablemente, y viendo su comportamiento en los últimos años, el presidente norteamericano opte por buscar un enemigo exterior al que culpabilizar de lo ocurrido.
Ese enemigo exterior no es otro que China.