El pasado 3 de septiembre, la Comisión Europea decidió que no tiene sentido continuar manteniendo la medida anti-dumping. Esto quiere decir que ya no se gravarán los paneles importados con aranceles adicionales siempre que se respeten los precios europeos.
Las razones principales son dos: la primera es, precisamente, que el mercado ha ido homogeneízandose en precios a nivel mundial. Actualmente, el precio de la instalación se ha visto reducido, mientras que los precios de consumo han aumentado. Estos rondan entre los 25-51 céntimos de dolar por KWh.
La segunda razón es que durante este tiempo la producción europea de paneles solares no ha aumentado de manera perceptible a pesar de la medida proteccionista, por lo que no parece haber tenido un impacto significativo en la industria europea.
Esto puede tener su sentido en el hecho de que muchas compañías europeas tienen sus sedes de producción en China. Por otro lado, grupos con intereses proteccionistas, como ProSun Glass, se quejan de esta medida aduciendo, por ejemplo, que provocará la desindustrialización de las empresas europeas, o que la producción de placas solares China es mucho más contaminante que la de Europa.
La consecuencia inmediata será más facilidad y disponibilidad de componentes solares en Europa. Esta medida busca, a la larga, la reducción de los costes de producción de energía solar, algo por lo que Europa lleva luchando desde hace décadas, especialmente desde la celebración del Acuerdo de París, el COP21.
A nivel global, esta medida podría suponer una nueva presión en los precios de los paneles, que siguen bajando. Esto es una mala noticia para la industria en sí, pero podría ser una buena noticia para los consumidores y operadores, ya que permitirá ampliar la oferta de los servicios asociados a la energía solar.