“No quiero seguir mintiéndome. No quiero dar la ilusión de que mi presencia en el Gobierno significa que estamos a la altura”. Es la expresión del drama del exministro al comprobar cómo la política y los políticos no afrontan la gravedad del cambio climático o cómo la defensa del medio ambiente y la reducción de los gases de efecto invernadero es un buen lema electoral, pero deja de ser una prioridad a la hora de gobernar.
La denuncia más grave que ha hecho Hulot es la connivencia de los grupos de presión con el poder en la toma de decisiones. A partir de ahí se produce la contradicción entre lo que se prometió en las campañas electorales y lo que se acaba publicando en los boletines oficiales o lo que nunca se publica. La experiencia no ha podido concluir de peor manera: no se puede cambiar el modelo de economía ni el modelo energético desde dentro.
La cercanía de los grupos de presión al poder y su influencia en las decisiones de los gobiernos confirma la relación directa entre la reducción de las emisiones y el cambio de modelo energético. Lo que la política y los políticos no acaban de asumir es que el nuevo modelo energético consiste en abrir la competencia a millones y millones de consumidores a través de la generación distribuida y limpia.
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