Su reducido coste de producción y aumento de eficiencia en términos energéticos, ha hecho de la energía fotovoltaica una apuesta clave a futuro para muchos Estados. Por ejemplo, se ha convertido en un elemento fundamental del Green New Deal de los demócratas estadounidenses o en los planes para un futuro sin petróleo de Arabia Saudí, que ya está apostando por ella en megaproyectos como la nueva ciudad de Neom.
Alemania es uno de los países con menor potencial para producir energía fotovoltaica del planeta, pero cuadruplica las cifras de producción de España, que es el país con mayor potencial de producción de energía fotovoltaica en Europa. La apuesta tradicional alemana por la autosuficiencia energética mediante la energía nuclear cambió tras la catástrofe de Fukushima, apostando desde entonces fuertemente por las renovables y demostrando ser viable incluso en un país con poco sol.