El año 2021 se va a convertir en el más caro de la historia del recibo de la luz en España. Los máximos históricos se suceden uno tras otro, el último el pasado viernes con el megavatio hora por encima de los 154 euros. Pero en este mismo año podemos encontrar días como, por ejemplo, el 31 de enero, en el que el precio máximo que se pagó en el mercado mayorista apenas superó los 1,96 euros en la franja más cara del día, entre las 21 h y las 22 horas y en la más barata, en plena madrugada, apenas llegó a los 0,16 euros.
Eso fue posible porque aquel día España fue capaz de cubrir la demanda de electricidad del país con su propio abastecimiento. Las energías renovables cubrieron el 67,5% de la demanda y la nuclear, otro 17,2%. Entre las dos, el 85% de la generación. Nada de preocuparse –como llevamos haciendo en cambio desde junio– de si el precio del gas en los mercados internacionales está a un alto precio por las tensiones geopolíticas o si la necesidad de poner a funcionar las centrales de ciclo combinado en los picos de demanda obliga además a pagar más derechos de emisión de carbono, que también están en máximos.
La gran diferencia entre el 31 de enero y el 10 de septiembre de 2021 es la autosuficiencia energética. Dado que España ha llegado a un consenso político y social para no apostar por la energía nuclear y desmantelar las actuales centrales cuando termine su vida útil, la única alternativa que queda para blindarse ante los vaivenes del mercado y las presiones geopolíticas que afectan al precio de la energía son las renovables.
“No hay ninguna duda ni disensión en que, tanto por motivos climáticos como económicos, España puede y debe acelerar su apuesta por las energías renovables para conseguir su autonomía energética”, asegura José María González, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (Appa). “Ahora el 75% de la energía que consumimos viene de fuera y eso es un coste muy alto para nuestra balanza de pagos porque no solo el gas está por las nubes, también las gasolinas están en máximos”, explica.
Aunque no sea el argumento más esgrimido para fomentar las renovables, el impacto de esa decisión desde el lado macroeconómico es importante. Cuanta más energía alternativa se usa, menos petróleo, gas y menos derechos de emisión se cargarán al erario público. Un ahorro que en el 2019 se acercó a los 10.000 millones de euros (más de 8.700 millones en la factura de combustible y más de 1.280 millones en la de derechos de carbono).