En medio de subidas estratosféricas de la luz parece que el autoconsumo es la mejor opción para ganar independencia y ahorrar. ¿Qué le diría a quienes se lo están pensando?
El autoconsumo es rentable, ya sea para aplicaciones industriales o residenciales. El otro aspecto, la independencia, es muy interesante porque se trata de un componente emocional que va a jugar un papel cada vez más importante en la toma de decisiones. En Alemania lo estamos viendo. Allí tenemos un sol horroroso en comparación con España y, sin embargo, se instala muchísima energía solar. Hay otra cuestión muy importante para cada vez más gente: la conciencia ecológica. El problema más grande que tiene la humanidad es el cambio climático. Es esencial generar energía limpia, libre de emisiones de dióxido de carbono (CO₂) o de otros gases de efecto invernadero. Esa conciencia se ha notado en las elecciones alemanas en las que el partido de los Verdes ha sido el tercero más votado y, muy probablemente, forme parte de la coalición de gobierno. Y no para de crecer en toda Europa. Sobre todo, entre las generaciones más jóvenes. Ahí está el fenómeno de ‘Fridays for Future’, muchos de los que asisten hoy a esas manifestaciones son los votantes y los parlamentarios de mañana.
Sobre la subida de la luz, es cierto que la electricidad está muy cara, pero creo que ese precio tan elevado es un fenómeno puntual. Los combustibles fósiles van a seguir encareciéndose, lo que va a permitir que se desarrollen más rápidamente las renovables. Y a medida que aumenten su presencia en el mix energético, esos precios se irán estabilizando. Desde el punto de vista del usuario individual hay que pensar que en un escenario ideal cuando yo genero la energía en mi cubierta no tengo que pagar una serie de costes asociados a la gestión y comercialización de la energía, ya sea a escala regional o nacional. Es una optimización de la economía personal que, en un futuro no muy lejano, combinaremos con el uso del coche eléctrico, las baterías a escala residencial, etc. Muy posiblemente, las empresas eléctricas tengan que buscar mecanismos para hacer su propuesta de valor más atractiva. En cualquier caso, dado que las renovables ya son más económicas que los combustibles fósiles o la energía nuclear, lo más probable es que esas compañías adapten modelos de negocio basados fuertemente en renovables. Finalmente, la energía más económica y limpia de todas es, sin duda, aquella que no se consume. Las medidas de ahorro energético, como por ejemplo los electrodomésticos cada vez más eficientes, seguirán ganando la aceptación del mercado.
Los que no lo hayan comprendido todavía más vale que lo comprendan rápido. Porque nos va a costar mucho dinero y muchas lamentaciones no entenderlo. Todos los expertos dicen que el cambio climático no solo está aquí, sino que se está acelerando más de lo que se pensó inicialmente. Y que la situación es muy preocupante. No quiero ser alarmista, por favor, no, pero es que es así, tampoco podemos decorar o ignorar esa realidad. En general creo que la gente está tomando conciencia. Y creo que aquí conviene resaltar también la ética subyacente en todo esto. Como apuntaba Sir Nicolas Stern en su informe sobre el cambio climático, en nuestros parlamentos no hay gente de 9 años de edad para exigirnos defender sus intereses futuros, pero ellos serán los que después sufran las consecuencias. Y nadie les estaba escuchando realmente, seamos sinceros, se criticó duramente al movimiento ‘Fridays for Future’ en muchos ámbitos de la sociedad.
En todo caso, afortunadamente, cada vez hay más ciudadanos, empresas, gobiernos que están viendo que no solamente lo económicamente correcto, sino también lo ético es hacer algo, que es necesario hacer algo, y que además se puede generar economía haciendo algo. En resumidas cuentas, se puede hacer lo correcto, por los motivos correctos y, además, construir futuro.