La transición de Europa hacia una economía neta cero supondrá más de 32 billones de dólares de inversiones en energía y tecnologías conexas de aquí a 2050, según el informe New Energy Outlook: Europe, publicado por la empresa de investigación BloombergNEF (BNEF).
El informe detalla una vía para que Europa (formada por la UE, el Reino Unido, Noruega y Suiza) alcance las emisiones netas cero en 2050, seleccionando las soluciones tecnológicas de menor coste para descarbonizar cada sector de la economía, lo que se conoce como el Escenario Neto Cero. También incluye el llamado Escenario de Transición Económica, que sólo despliega las tecnologías más baratas sin tener en cuenta los objetivos climáticos.
Para que Europa alcance el Escenario Neto Cero es necesario un cambio radical en la inversión en tecnologías bajas en carbono. Según BNEF, la región invirtió 227.000 millones de dólares en la transición energética baja en carbono en 2022. Para mantener el rumbo, las inversiones medias anuales en suministro de energía limpia, vehículos eléctricos, bombas de calor y materiales sostenibles en Europa deben triplicarse durante el resto de esta década y cuadruplicarse en la década de 2030.
Los consumidores, clave para impulsar la transición a energía neta cero
Más de dos tercios de la inversión necesaria para conseguir una economía de energía neta cero en Europa se sitúan en el lado de la demanda, lo que significa que el éxito de la transición dependerá de que los consumidores adopten tecnologías limpias más rápidamente esta década. La mayor partida de gasto se destina a los vehículos eléctricos, con un total de 21 billones de dólares en el periodo 2022-2050 según el escenario de energía neta cero de BNEF, mientras que las bombas de calor suponen una inversión de 1,4 billones de dólares.
El transporte por carretera y la calefacción de edificios son los dos mayores retos a los que se enfrentan los responsables políticos europeos para cumplir los objetivos. Juntos, estos sectores contribuyen a casi la mitad de todas las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en la Europa actual. Ambos pueden desplazar rápidamente su consumo de combustibles fósiles y reducir las emisiones de forma económica, en gran medida mediante el cambio a alternativas eléctricas.
El hidrógeno surge más tarde, en aplicaciones en las que la electrificación es inviable o antieconómica. La producción de hidrógeno bajo en carbono aumentará desde una base baja hasta unos 50 millones de toneladas métricas en 2050, unas cuatro veces el uso total de hidrógeno en la actualidad. La investigación de BNEF muestra que las mayores fuentes de demanda nuevas fuera de las aplicaciones existentes son la producción de acero con cero emisiones de carbono, la generación de energía despachable, el transporte marítimo y la aviación. Estos sectores tienen alternativas más limitadas para descarbonizarse completamente sin hidrógeno.