Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la quema de combustibles fósiles superarán su máximo registro histórico en 2023, curso aún no concluso en el que está previsto alcancen los 36.800 millones de toneladas (+1,1% con respecto al año anterior). Nunca antes carbón, petróleo y gas emitieron tantos gases de efecto invernadero como en este año que está a punto de concluir. El dato aparece en la última edición del informe anual Global Carbon Budget, que fue publicado ayer y que concreta que crecen los malos humos de todos los combustibles: +1,1% en el caso del carbón; +1,5% en el del petróleo; y +0,5% en el del gas.
La conclusión más llamativa del informe es que, a pesar de todo el conocimiento científico acumulado hasta hoy, de todas las evidencias que relacionan la actividad humana -la quema de combustibles fósiles- con el cambio climático (la antropogénesis del calentamiento global), 2023 terminará con un incremento de las emisiones procedentes del carbón (+1,1%); del petróleo (+1,5%) y del gas (+0,5%).
En total, se espera que las concentraciones de CO2 en la atmósfera llegarán a 419,3 partes por millón a final de año, un 51% por encima de las emisiones del periodo preindustrial (1850-1900).
En la actualidad, más o menos la mitad de las emisiones de CO2 son absorbidas por los sumideros de carbono de la tierra y de los océanos, mientras que el resto permanece en la atmósfera y provoca el cambio climático. El estudio recoge también que las emisiones globales de CO2 producidas por los incendios forestales también aumentaron en 2023 por encima de la media debido, sobre todo, a una temporada de incendios "extrema" en Canadá, donde se ha quemado entre seis u ocho veces por encima de la media.