Las energías no contaminantes, como la eólica o la solar, han dejado de ser producto de una tecnología cara y exclusiva. Los países con menos recursos han sabido aprovechar la caída de precios. Mientras los países ricos se estancan en la generación de energías limpias y no dañinas para el medio ambiente, naciones emergentes como China, India o Brasil realizan inversiones millonarias para cambiar sus modelos energéticos.
Mientras que el llamado primer mundo redujo la inversión en energías limpias un 8 % en 2015 respecto al año anterior, los países en vías de desarrollo la aumentaron un 19 %, alcanzando los 155.000 millones de dólares (unos 138.000 millones de euros), según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNDP). En contraste, el gasto de los países desarrollados fue de 130.000 millones de dólares (unos 115.000 millones de euros).