El discurso del miedo tiene cada vez menos fuerza. Y el impuesto al sol parece cada vez más lejos. El ministro de Energía, Álvaro Nadal, que apenas lleva unos días en el puesto, ya ha declarado en varias ocasiones -en los medios y ante la Comisión de Industria del Congreso- que mantendrá el impuesto que ideó su hermano gemelo, el hasta hace unas semanas secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal. Pero lo cierto es que cada vez son más los incrédulos. Así, en los últimos 30 días hábiles, el registro del ministerio ha visto cómo las instalaciones iban sumando... hasta un megavatio. En solo 30 días.
¿Cuánto tiempo permanecerán callados el PSOE y Ciudadanos?
Ambos partidos firmaron un manifiesto preelectoral en el que se comprometían a derogar el impuesto al sol en los primeros cien días del nuevo gobierno. Y ciertamente en sus manos está. Es más: Albert Rivera le dijo a Rajoy que votaría sí a su investidura si firmaba previamente un documento -150 compromisos para mejorar España- que incluye el compromiso de derogar el impuesto. Rajoy firmó, Rivera votó y estamos a la escucha.
Fuera de nuestras fronteras, la situación es bastante distinta, aunque varía entre países. Tanto en Alemania como en Portugal, las instalaciones de menos de 10 kilovatios no pagan nada. En el segundo, además, la energía excedentaria vertida a la red se retribuye al 90 % del precio de la electricidad en el mercado. En ambos territorios apuestan por el balance neto −como también en más de cuarenta estados de Estados Unidos, Italia o Dinamarca−, es decir, la liberación a la red de la electricidad sobrante y su recuperación en las horas de oscuridad. “La situación respecto al autoconsumo energético está cambiando en todo el mundo, mientras que en España lo hacemos al contrario”, dice Bornay.