La sede de CATL, el fabricante de baterías chino que registra el crecimiento más alto, se sitúa a las afueras de la ciudad de Ningde. La planta se asemeja a otras muchas del país. Pero con una valoración de 11.500 millones de dólares, Contemporary Amperex Technology Ltd, no tiene nada de corriente. Se espera que se convierta en la Panasonic de China, y en una pieza clave del ambicioso plan de Pekín para rehacer el mercado global de baterías y explotar la creciente demanda de coches eléctricos.
"Queremos convertirnos en una empresa líder, en la locomotora de un tren que mueva toda la cadena de suministro", señala Neill Yang, el director de marketing de CATL.
Con una capacidad para producir 7,6 gigavatios de baterías el año pasado según Goldman Sachs, CATL planea alcanzar para 2020 una producción mayor que la Gigafábrica de Tesla. Esto la convertiría potencialmente en la mayor fábrica de baterías del mundo.
La semana pasada, Pekín pidió a las compañías que duplicasen la capacidad de las baterías de los coches eléctricos para 2020 y las animó a invertir en fábricas en el extranjero. A medida que aumente la inversión de los fabricantes de coches en vehículos eléctricos, la batería de ión-litio será una tecnología clave, creando un mercado que según los cálculos de Goldman Sachs valdrá 40.000 millones de dólares en 2025 y estará dominado por China.