Mientras el sector fotovoltaico observa con preocupación el creciente rechazo social a las grandes plantas solares, y con el próximo 25 de enero marcado en rojo –miles de megavatios renovables deben tener ese día permiso ambiental concedido o perderán su punto de conexión–, las perspectivas para el autoconsumo son muy favorables.
2022 ha sido el mejor año de la historia para esta solución energética en España, con un crecimiento que ha desbordado las expectativas iniciales y que ha tenido mucho que ver con la explosión de precios de la luz tras la guerra en Ucrania. El sector ha transmitido ya a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que, al ritmo actual, las mejores previsiones del Gobierno para el autoconsumo en 2030 se pueden quedar muy cortas y podrían llegar a “duplicarse”.
Las proyecciones más optimistas son las de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), que apunta que en 2022 se instalaron hasta 2,4 gigavatios (GW) de nueva potencia de autoconsumo, el equivalente a dos centrales nucleares. Esto llevaría el acumulado instalado ya por encima de los 5 GW, no muy lejos de los 6 GW que preveía para 2030 un informe de la consultora Deloitte publicado a finales de 2018, después de que el gobierno de Sánchez eliminara el famoso impuesto al sol del Ejecutivo del PP.