Si las predicciones actuales sobre el cambio climático de origen antropogénico son precisas y se vuelven más sólidas y proféticas con el tiempo, el mundo debe abandonar los combustibles fósiles y adoptar el transporte, la generación de energía y el almacenamiento de energía a partir de energías renovables para que las generaciones futuras no corran peligro.
Más de 190 países han firmado el Acuerdo de París, cuyo objetivo es reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 °C, al tiempo que se realizan esfuerzos para limitar el aumento aún más a 1,5 °C. Además, más de 70 países, incluidos los mayores contaminadores, han establecido un objetivo de emisiones netas de gases de efecto invernadero cero, que cubre alrededor del 76% de las emisiones globales, un objetivo loable y encomiable.
Sin embargo, una serie de desafíos fundamentales hacen que alcanzar este objetivo sea difícil, tal vez imposible. Uno de ellos es la falta de una comprensión amplia de que es necesario que haya mucha más extracción de metales y minerales, además de la que ya se extrae más que en cualquier otro momento de la historia humana anterior. Por ejemplo, una estimación es que en los próximos 20 a 25 años se debe extraer tanto cobre como se ha extraído hasta la fecha.
Muchos países han tomado conciencia de la necesidad de tener acceso a “minerales críticos” para garantizar el futuro, pero parecen ignorar los problemas fundamentales que obstaculizarán ese acceso. Se trata de una cuestión que evoluciona rápidamente. Algunos de los detalles específicos planteados aquí perderán relevancia y aparecerán otros nuevos. Sin embargo, las cuestiones fundamentales planteadas, de la necesidad de una percepción pública más positiva de la minería, de la necesidad de más minería y de la necesidad de talento mucho más calificado, no cambiarán.
Análisis minero: transición energética y mayor demanda de cobre
Se prevé que el déficit en la producción de cobre alcance un punto crítico para el 2030, con un déficit anual de 5 millones de toneladas (MT), lo que en última instancia impedirá los objetivos globales de sostenibilidad. Este pronóstico alarmante se debe a un aumento de la demanda, impulsado por el crecimiento exponencial de los vehículos eléctricos y una miríada de otras aplicaciones de electrificación, que superan la capacidad de producción actual.