Perico bombeaba agua «con un motor de gasoil que gastaba entre tres y cuatro litros por hora, y tenía que estar entre 6 y 7 horas todos los días funcionando». Solo hay que calcular el coste económico -y medioambiental- que genera un motor que, por otra parte, es compañero habitual de faena de muchos agricultores. Pero, un buen día, el motor de gasoil de Perico dijo 'basta' y decidió estropearse. «Y entonces pensamos en traer hasta aquí la corriente eléctrica desde una caseta que está allí, al lado de la ermita, ¿la ve?», señala al periodista.
Paradójicamente, varias líneas de alta tensión cruzan el cielo de la finca, 'invadida' por las torres de la red eléctrica. Sin embargo, a Perico le pedían «20.000 euros por traer el cable hasta aquí», lo que no le salía a cuenta. Fue entonces cuando 'El Colorao', con la ayuda de su hijo y de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier), encontró la respuesta... en el sol.
El veterano agricultor se apretó «un poco el cinturón» para gastarse unos 15.000 euros en la instalación de las placas y el equipo que transforma la luz solar en energía, que le proporciona una potencia de 12 kilovatios. Ahora, un año después, se ahorra «entre 500 y 600 euros todos los meses de la factura de la luz, y encima dejo de emitir dióxido de carbono». Perico no puede estar más contento. «Fetén», define con precisión.
«El sol debe ser un activo irrenunciable para murcianos y españoles porque ofrece energía barata y limpia, competitividad y bienestar. Por desgracia, las únicas barreras son normativas y psicológicas. El Gobierno debe articular una verdadera política energética de Estado.