A medio plazo, es factible una aviación civil en la que predomine la propulsión eléctrica e híbrida para el transporte regional y de corto alcance, motores propulsados por hidrógeno para rutas intermedias y de alta capacidad, y vuelos de larga distancia con combustibles sostenibles. Así lo pone de relieve el informe sobre sostenibilidad en el sector aéreo, elaborado por el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáutico de España (COIAE) y presentado esta mañana en la I Cumbre del Clima del sector aeronáutico celebrada en nuestro país.
Hasta el 2030-2035, se esperan contribuciones tecnológicas significativas con diseños disruptivos (alas atirantadas, ingestión de capa límite) y nuevas modalidades de propulsión (rotores abiertos, motores híbridos y propulsión por hidrógeno). A largo plazo, para 2050, el objetivo es reducir las emisiones de CO2 de la aviación a la mitad del nivel de 2005, que en Europa se amplía hasta emisiones cero. Dentro de este horizonte se pueden alcanzar y aplicar nuevas soluciones técnicas y de diseño revolucionarias, que cubren nuevas configuraciones (ala volante) o la propulsión eléctrica, según el COIAE.
Los combustibles sostenibles, por su parte, habilitarían reducciones de hasta el 70% del CO2 emitido comparado con un avión actual. Por último, los motores de propulsión por hidrógeno y eléctricos podrían llegar potencialmente al objetivo de emisiones cero de CO2.
Por otra parte, para alcanzar una aviación sostenible es necesario valorar el impacto medioambiental del ciclo de vida completo, incluyendo la evaluación del ruido y otras emisiones, además del CO2. La economía circular y el ecodiseño, que incluiría acciones como por ejemplo el reciclado integral de las aeronaves o aeropuertos con residuos cero, son enfoques ya en vía de aplicación en la industria aeronáutica, según se ha apuntado en el encuentro, en el que han participado 25 ponentes.
Según los datos oficiales, el sector de la aviación es responsable actualmente del 2,4% de las emisiones globales de efecto invernadero, si bien algunos estudios indican que la aviación estaría contribuyendo realmente hasta con un 5% al calentamiento global.