Es día de noviembre con solazo en El Realengo. En esta pedanía de 300 habitantes del municipio de Crevillente (Alicante), los vecinos tienen descuento en la factura de la luz solo por estar a medio kilómetro de una instalación fotovoltaica. Cuanto más sol, mayor es la cantidad de energía que generan los 300 paneles instalados sobre una marquesina gigante situada a la entrada del pueblo. “Es genial, es limpio, aunque mi marido dice que de todas formas la electricidad está carísima”, comenta Luisa, que dejó la ciudad para venirse a este lugar mínimo, mientras señala las placas. “Mira, también tenemos dos aparcamientos para recargar coches eléctricos”.
Esta pedanía ha sido pionera. Aquí empezó a funcionar en septiembre de 2021 una de las primeras comunidades energéticas del país, en un proyecto piloto financiado por la Unión Europea, avalado por el IDAE y promovido por la cooperativa Enercoop. La idea era buscar un modelo económico que desarrollara las renovables haciendo más partícipe a la gente. Sería mediante autoconsumo colectivo, es decir, convertir a los habitantes de este pueblecito en productores de electricidad renovable, la cual generarían desde una instalación comunitaria, y de cuyos ahorros podrían beneficiarse por estar situada a menos de 500 metros de sus casas. Esa distancia es la que permitía la ley en ese momento, ahora, el Gobierno ha anunciado que la aumentará a 2.000 metros.
El cálculo que hace la cooperativa es que 65 familias ahorran entre un 15% y un 20% en el recibo y que la instalación cubre más o menos el 50% del consumo. El resto lo compra a la red. (+)