Una batería con una buena densidad energética, con capacidad para aceptar recargas ultrarrápidas, y que además es económica y tiene una vida útil el doble que las actuales. No hablamos de una batería milagro que llegará en 2030. Hablamos de las baterías de ion sodio que la china CATL ha confirmado que lanzará en 2023.
El fabricante chino, que se ha convertido en el mayor productor mundial de baterías, se ha embarcado en una carrera por contar con las mejores baterías del mercado. Pero eso no quiere decir que se hayan cerrado a una única química, contando con hasta cuatro variantes diferentes. Cada una adaptada a un tipo de uso específico.
Una de las más interesantes es la de sodio. Estas tienen una densidad energética de 160 Wh/kg, que le colocan a la altura de las LFP y por debajo de las NMC. Pero CATL ha confirmado que ya están listos para producir una versión que eleva un 25% esta cifra y que llevará a los modelos de producción hasta los 200 Wh/kg. Algo que le colocan ligeramente por debajo de las celdas actuales de litio, cobalto, manganeso, que rondan los 220-250 Wh/kg.
Ente sus principales puntos fuertes está su estabilidad térmica, que le permiten acceder a potencias de carga más elevadas y durante más tiempo. Por ejemplo, una celda media puede lograr recuperar su capacidad desde el 0% al 80% en 15 minutos. En el caso de las 4680 de Tesla, la cifra se va al doble, llegando a los 30 minutos.
Pero además de poder recargar a potencias muy elevadas, esta química es extremadamente resistente. Siendo este uno de los datos clave que hasta ahora no se conocían. Según CATL, la certificación permite otorgar a esta química una capacidad para soportar 3.000 ciclos hasta una pérdida significativa de capacidad. El doble que las baterías de litio convencionales, y que supone en la práctica que un coche medio podrá conducir la menos 1.5 millones de kilómetros con la batería original antes de sufrir una pérdida de autonomía notable.
Cierra el círculo, un coste que se coloca muy por debajo de las baterías de litio. Según el fabricante chino, el objetivo es lograr colocar el coste de producción en celda en los 77 dólares por kWh ya para el inicio de su producción, con el objetivo a medio plazo de bajar hasta los 40 dólares el kWh.
Una cifra que supondría realmente un golpe sobre la mesa de una química que parece demasiado buena para ser cierta. Pero detrás de ella no está una empresa anónima sin ningún respaldo más que un papel, sino el principal grupo industrial del mundo en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos.
Algo a lo que hay que sumar el objetivo de comenzar la producción ya en el primer semestre de 2023. Un aspecto favorecido por un factor secundario, pero de gran importancia, como es que las líneas de producción actuales no tendrán que modificarse para su producción.
Aspectos que supone que no habrá que esperar demasiado para ver a esta presunta revolucionaria en acción.