Francia lo tiene claro. Quiere acabar con el carbón y quedarse con el gas para generación de electricidad. La ministra francesa de Ecología, Ségolène Royal, anunció que el compromiso de su país de imponer una tasa a las emisiones de carbono (CO2) se cumplirá desde enero de 2017 con un mecanismo aplicado a las centrales de carbón, lo que deja entrever que no se verán afectadas las de gas.
La ministra francesa dijo que, si se estableciera a escala europea un precio del carbono de al menos de 20 euros por tonelada, Francia podría esperar recaudar cerca de 1.000 millones de euros anuales, frente a los 315 millones conseguidos en 2015.
Royal propondrá al presidente del Banco Mundial la puesta en marcha de “una iniciativa de alto nivel para fijar un precio del carbono deseable a nivel internacional”, con vistas en el objetivo de limitar el calentamiento climático a un máximo de 2 grados.