El 20 de mayo fue el Día Mundial de las abejas. A estos animales, vitales para la conservación del medio ambiente y la agricultura, les han asignado un nuevo lugar para vivir, las plantas de producción de energía fotovoltaica.
Las plantas fotovoltaicas españolas ya no son solo filas interminables de placas solares que se mueven al ritmo que marca el sol. Algunas se están convirtiendo en una especie de "reserva natural" fundamentalmente para las abejas, unas inquilinas que parecen haber llegado para quedarse. La apicultura, un sector estratégico para la conservación del medio ambiente y la agricultura, arrastra tres años de sequía. Y la falta de alimento para estos animales está provocando su muerte y la reducción del 80% de la producción de miel en el país. Una situación que está poniendo en serio peligro a este sector ganadero.
Las abejas son polinizadoras, es decir, se alimentan del néctar de las flores y transportan el polen de una flor a otra. Este proceso de polinización es fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, y para la producción y reproducción de muchos cultivos, además de plantas silvestres.
A comienzos de la presente década llegaron a España las que ya se denominan granjas solares, sobre todo de la mano de las grandes empresas energéticas. Endesa puso en marcha el primer proyecto piloto en la planta solar de Las Corchas, en la localidad sevillana de Carmona. Tras salir a concurso, en 2020 la empresa local Loramiel fue la ganadora y de su mano se instaló el primer apiario solar.
Actualmente, esta granja solar de abejas se complementa con el proyecto de agrivoltaica de cultivo ecológico de aromáticas, ya que resultan "sinérgicas con la actividad de apicultura por su alto grado de polinización", explican fuentes de Endesa.
Los apicultores que han participado en estas experiencias, destacan que "están siendo positivas para la apicultura" en términos de producción.en términos de producción.